Entre calles empedradas, caminos de herradura, personas trabajadoras y decididas ocurre la historia de Don Antonio José, un hombre humilde, padre de familia y esposo entregado, quien aun con un pasado cargado de tristezas asume cada día como una oportunidad para continuar, su rostro no solo evidencia los años que han pasado en su vida sino también la experiencia recolectada que lo ha llevado a ser la persona que es hoy, y que compartió un fragmento de su vida con nosotros.
Cuando se encontraba viviendo en San Félix junto a su esposa Roció y sus hijos, en una humilde vivienda localizada en una finca algo distante de la cabecera municipal, realizaba las labores del campo, el empezar de cada día con el cantar de gallos y antes que el sol naciera en el horizonte iluminando la tierra que lo había visto nacer, se encontraba ordeñando sus vacas y que al finalizar y llegar a casa le esperaba su esposa con una cálida taza de café hecho en el fogón a leña y después de desayunar, con las herramientas, como compañeras inseparables en sus largas jornadas de trabajo se iba en busca del sustento para los suyos, jornada que concluía recostado en la hamaca, en esa rutina no desde la abundancia pero sí desde la tranquilidad y la paz discurrían sus días. Realidad que estaba a punto de terminar.
Por aquel entonces, el pueblo a nivel urbano y rural fue colmado por grupos armados que reclamaban como suyo las viviendas, alimentos y demás recursos de los ciudadanos; un amigo muy allegado a don Antonio y siendo veedor de las atrocidades y flagelos que se cometían sin ningún tipo de arrepentimiento, decidió denunciar ante las autoridades las bajezas de estos grupos al margen de la ley; suceso que trajo consigo, tener que abandonar su hogar sacando lo poco que pudiesen llevar en sus brazos pues en cuanto se conociese quien había denunciado ante las autoridades estos grupos arremeterían contra ellos, sus familia y allegados.
Entrelazados los sentimientos de familia y la amistad, se buscaba proteger la vida de todos los seres queridos, pues siendo ellos ajenos a la acción emprendida por su amigo, fueron ellos quienes tuvieron que abandonar sus tierras, dejando atrás los recuerdos y la vida construida.
Al salir con el corazón en la mano y lágrimas rodando por sus mejillas, Don Antonio junto a su familia empiezan nuevamente sus vidas, en la tranquila, verde y prometedora vereda de “CLARITAS”; usando el tiempo como médico para sanar las heridas o aprender a vivir con ellas; fue con el paso de los días convertidos en semanas y luego en años se dieron nuevas experiencias entre trabajos, alegrías y tristezas, se emprendió una nueva vida aunque los recuerdos y la nostalgia aparecen constantemente reclamando aquello que se ha perdido.
Las cosas de la vida no siempre se mantienen estables mucho tiempo, pues cuando parecía todo ir bien las personas por las que don Antonio abandonó su tierra le llamaron a pedir una gran suma de dinero para no atentar contra él ni contra su familia, a lo que respondió, según él desde el fondo de su corazón y dispuesto a lo que suceda “me piden mucha plata, si me quieren matar, yo ya viví lo que iba a vivir; si desean matar a mis hijos, la verdad ellos nacieron para morir”, a lo cual, estas personas le afirman que le van a dar un tiempo para que consiga el dinero, y en eso estamos, suceso que revive temores pero que en esta oportunidad se debe afrontar de manera diferente, afirma don Antonio.
Una mañana muy tranquila, después de tomar un delicioso café y procurando por mantenerse en pie, pues los años y el trasegar de la vida no pasan en valde en nuestro cuerpo y nuestras fuerzas llega a sus oídos la noticia de que gracias a un proyecto de vivienda se hicieron merecedores de una vivienda de interés prioritario por su condición económica y de desplazados; fue así como Don Antonio se hizo partícipe para obtener una vivienda junto a su esposa Doña Roció, con la ayuda principalmente de Dios se hizo realidad un sueño que cultivaban como familia y el cual los enorgullece hoy en día, ya que pueden despertar bajo su propio techo confianza y respeto.
Gracias a esta experiencia don Antonio creció como persona más decidida aunque midiendo mejor los riesgos y posibilidades frente a su vida y la de su familia, hoy afirma don Antonio que aunque no se encuentran en la abundacia se está mucho mejor en compañía de su esposa y teniendo a Dios por delante; por eso quieren aprender y disfrutar de su vida por lo que participan del grupo de la tercera edad aprendiendo de danzas y de cultura.
Narró: Antonio José.
Recolectó: Isabela y Sara
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