Nuestra narradora da comienzo a su historia contándonos, que el municipio de Carolina del Príncipe debe su nombre a Carolina, una joven que se enamoró de un Príncipe el cual vino a pasar sus vacaciones en el municipio.
Un día, el Príncipe se marchó con rumbo desconocido y nunca regresó. Desde entonces, a ella la llamaban “Carolina del Príncipe” y en su nuestro municipio lleva su nombre. Sin embargo-manifiesta la narradora-hay otra historia sobre el origen del nombre del municipio, no lo conoce bien, pero asegura que se lo debe al hijo un Rey llamado Carlos.
Cuenta además, que su bisabuelo fue uno de los primeros habitantes del municipio y que ayudó a construir el templo, usando para las paredes la técnica conocida en ese tiempo como “bar en tierra” o también como “bahareque”, compuesto de cañas o palos entretejidos y unidos con una mezcla de barro y cagajón (estiércol de caballo) que van tirando entre los palos, pisando y alisando hasta que va formándose la pared; el techo era construido con paja especial que había en ese tiempo; las personas se sentaban en banquitos de madera que estaban fijados en el piso en tierra.
También nos narra que Carolina estaba ubicada en el Llano, o en la parte baja del pueblo porque era una vega muy hermosa; la carretera era toda empedrada y salía al primer puente. En algunas esquinas del pueblo habían unos pozos de agua hasta donde llegaban las mujeres a lavar su ropa y la estregaban en las piedras, porque en esos tiempos no había tanta tecnología como ahora que hay sistema de tubería que transporta el agua hasta las casas, antes tenía que ser por donde el agua daba, y se tenía que hacer caminos por donde el agua se desplazara.
Tiempo después, los habitantes del municipio empezaron a construir sus casas en lo que ahora se llama la Calle Arriba, La Paz y El Carmelo porque el Llano fue inundado por las Empresas Públicas.
Autor: Teresita Ocampo.
Recolecto: Emmanuel, Deyver y Mario.
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