Nuestra narradora da comienzo a su relato con las historias de Fingo, personaje popular que daba mucho de qué hablar. En cierta oportunidad Fingo, como buen paisa, le propuso a la señora Arroyave un negocio, diciendo: "mi señora, le tengo una verraquera de gallinas para venderle"; ella lo pensó solo un instante, y le respondió que si, que le interesaba el negocio; sin titubear Fingo replicó, pero entiendame señora que yo no le traigo las gallinas hasta por la noche, porque son muy ariscas y solo se pueden coger en las horas de la noche; no importa respondió, me las traes y me dices cuanto valen, creyendo que había realizado un gran negocio; la señora, sonrió y se entró; ya avanzada la noche según lo acordado Fingo cumplió con la entrega prometida, la señora le pidió soltarlas en un habitación vacía y cerrar la puerta, y que luego regresara por el pago; al día siguiente, la señora entusiasmada fue a verificar aquel buen negocio que había realizado, pues por el tamaño del costal que le habían entregado parecía ser muy prometedor, cuando abrió el cuarto para verlas, descubrió que eran un grupo de grandes y saludables gallinazos.
Otra historia que involucró a este personaje, nos cuenta nuestra narradora que: Un señor de apellido Pérez que vivía en una casa en el parque principal le pidió a Fingo que si le podía ir a buscar unos estacones para hacer una cerca pues él no tenía tiempo y se los pagaría muy bien, si los traía listos para hacer uso de ellos; afirmación que casi no dejó terminar Fingo respondiendo, claro que sí señor, yo le hago ese trabajito. Durante la tarde y la noche Fingo no se vió en el pueblo, salió a buscar el pedido sin poder conseguirlo, hasta que llegó a una cerca de una finca recién hecha, y empezó uno a uno a arrancar los estacones y a lavarlos, entregando al día siguiente muy cumplidamente lo solicitado y cobrando la paga por ello; el señor Arroyave admirado por la diligencia de Fingo y la calidad del pedido le compenzó con una buena paga el trabajo, sólo en las horas de la tarde descubrió que los estacones que había comprado pertenecían a una parte de la finca que había recién acabado de organizar; habiéndose comprado así sus propios estacones.
Fingo en su rol de negociante caminaba de un lugar a otro, prometiendo o vendiendo cosas que no poseía; de esta manera otro negocio protagonizado por este personaje ocurrió tiempo después. Don Horacio propietario de una finca platicaba con su vecino Manuel, cómo le habían robado una madera que tenía almacenada en el granero, cuestionando sobre ¿quien sería el responsable? pero al tiempo, afirmaba en voz alta que él creía que había sido Fingo, porque estuvo caminando por la casa días antes; don Manuel, respodió diciendo ese muchacho es un bobo que no es capaz de hacer eso, lo que es un honrado pero por la bobada, la conversación se disipó y ambos se despidieron; a la semana siguiente, Fingo ofrecía una madera muy buena que acababa de conseguir a muy bajo precio pero que era para venderla porque temía que se le dañara , don Manuel olvidado de la conversación que sostuvo con don Horacio, vio una oportunidad y adquirió una madera a muy buen precio, al poco tiempo tiempo en una visita de amigos don Horacio ve como la madera extraviada se encuentra en casa de su vecino, a lo que dice en actitud de reclamo, "¡explíqueme esto! ¿por qué mi madera está en su casa?", don Manuel sólo repetía, esa madera me la vendió Fingo, el hijup... de Fingo.
Fingo en su rol de negociante caminaba de un lugar a otro, prometiendo o vendiendo cosas que no poseía; de esta manera otro negocio protagonizado por este personaje ocurrió tiempo después. Don Horacio propietario de una finca platicaba con su vecino Manuel, cómo le habían robado una madera que tenía almacenada en el granero, cuestionando sobre ¿quien sería el responsable? pero al tiempo, afirmaba en voz alta que él creía que había sido Fingo, porque estuvo caminando por la casa días antes; don Manuel, respodió diciendo ese muchacho es un bobo que no es capaz de hacer eso, lo que es un honrado pero por la bobada, la conversación se disipó y ambos se despidieron; a la semana siguiente, Fingo ofrecía una madera muy buena que acababa de conseguir a muy bajo precio pero que era para venderla porque temía que se le dañara , don Manuel olvidado de la conversación que sostuvo con don Horacio, vio una oportunidad y adquirió una madera a muy buen precio, al poco tiempo tiempo en una visita de amigos don Horacio ve como la madera extraviada se encuentra en casa de su vecino, a lo que dice en actitud de reclamo, "¡explíqueme esto! ¿por qué mi madera está en su casa?", don Manuel sólo repetía, esa madera me la vendió Fingo, el hijup... de Fingo.
Narró: Celina Acevedo
Recolectó: Mario, Emmanuel y Deyver
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